viernes, 16 de noviembre de 2007

Un oasis al sur del Chubut





Un oasis al sur del Chubut
Metido a presión en el corazón de los Andes chubutenses, el lago La Plata ofrece todo lo que un explorador anhela: paisaje único, sendas por abrir, y sorpresas a cada paso.
DATOS UTILESEl pueblo más cercano al lago La Plata es Alto Río Senguer, al que se puede llegar en micro desde Comodoro Rivadavia o Esquel.Desde allí hasta el lago hay que viajar en móvil propio, o coordinar previamente el traslado con las cabañas Don Brondo o con el lujoso hotel Bahía Arenal, las dos únicas opciones de alojamiento que hay en la zona.La vuelta al La Plata es un trekking exigente, reservado para aquellos que tengan ciertos conocimientos de orientación y estén en condiciones de caminar durante ocho días, salvando desniveles de hasta 800 metros con todo el equipo sobre la espalda.Si bien hay que estar muy atento durante todo el recorrido (por la ausencia de senda), el descenso del cerro Cóndor es un momento crítico, ya que son muchos los que se equivocan y bajan hacia el lado chileno.

Amanece en el extremo occidental del lago La Plata. Los bosques que tapizan los faldeos cordilleranos se tiñen de dorado, el cielo se abre y el tintineo de los arroyos agrega la melodía justa para una imagen mágica. En las carpas, el grupo entero duerme tranquilamente. Estar aquí, caminar por donde ni siquiera hay sendas, es un privilegio enorme, que nos hace olvidar el cansancio acumulado en los cinco días que llevamos desde que salimos de las cabañas de Brondo.Aunque, en realidad, el viaje comenzó varios meses atrás, cuando un amigo nos comentó maravillado su visita a los lagos Fontana y La Plata, en el sudoeste de Chubut. "El La Plata es bárbaro –afirmaba, mientras nos mostraba las fotos–, y me dijeron que se puede rodearlo. Son ocho o nueve días de caminata, casi todos sin picada". No hizo falta mucho más para convencernos: armamos el grupo, preparamos el equipo y...aquí estamos. El primer día fue fácil: desde las cabañas hasta el viejo aserradero hay camino, y son cuatro o cinco horas de marcha. Al día siguiente, la cosa comenzó a complicarse por la gran cantidad de sendas de hacheros que suben por el bosque; nos perdimos un par de veces, hasta que comprendimos que lo fundamental era mantenernos cerca del lago. Hicimos noche en la bahía Sataraí, para pasar la tercera jornada caminando por la costa del La Plata, hasta un ancho río con un delta en su desembocadura. Desde el fondo del lago, comienza la parte más desafiante del trekking: el rodeo del cerro Cóndor, de casi 2000 metros de altura. Partimos hacia el Sur por la costa, cruzamos un río y, una hora y media más tarde, nos topamos con un segundo río, que bajaba con fuerza de la montaña. "Es este", dijimos, y enseguida comenzamos a remontarlo por su margen derecha. Trepada, caídas, resbalones y más trepada. Poco antes del anochecer, el bosque se acabó y decidimos acampar, exhaustos tras el día más largo de toda la travesía."¿Vamos? ¡Vamos! Cansados y todo, ya estamos acá". Decidimos salir a conquistar la cumbre del Cóndor. Y el esfuerzo valía la pena: desde la cima se veía todo el recorrido que hicimos, y entre el bosque adivinamos el discurrir del arroyo Los Ingenieros, que al día siguiente nos llevaría hasta el exclusivo hotel Bahía Arenal. Desde allí, restarían dos días más de marcha, ya por sendero abierto. Entonces, de vuelta en el punto de partida, podríamos afirmar que teníamos La Plata rodeada.

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